“ No podía aguantarlo más. Sentía que había perdido la cabeza. Mi esqueleto desgarraba mis músculos. Mi piel se había vuelto demasiado fina para protegerme del mundo exterior. Todo me afectaba. Me odiaba a mí misma, me sentía inútil y no paraba de tener ataques de pánico. Llegué a tener pensamientos suicidas”. enlace
No hay comentarios:
Publicar un comentario