viernes, 26 de mayo de 2017

Siguiendo con nuestra guía de autocrecimiento emocional, os dejamos unas pautas para controlar la ira...

La ira es una emoción que se caracteriza por un incremento rápido del ritmo cardíaco, de la presión arterial y de los niveles de noradrenalina y adrenalina en sangre. También es común que la persona que siente ira se enrojezca, sude, tense sus músculos, respire de forma más rápida y vea aumentada su energía corporal. Por otra parte, el estado mental propio de los momentos de ira nos vuelve instintivos y merma nuestra capacidad para razonar.



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Tipos de ira:

1. La conducta agresiva y la violencia puede aparecer como una manera de lograr distintos objetivos cuando no hemos sido capaces de lograrlos sin usar la violencia. Los terapeutas asocian esta conducta a unas pobres habilidades de tipo comunicativo o en el autocontrol.

2. Puede aparecer la ira como explosión, a causa de haber aguantado durante mucho tiempo una situación injusta o perturbadora. La solución a este tipo de círculos viciosos es gestionarla adecuadamente.

3. La ira como defensa surge cuando percibimos que nos están atacando o nos enfrentamos a una dificultad. Normalmente, tendemos a reaccionar de forma negativa más por intuición que por los hechos objetivos, lo que puede conducirnos a que nuestra ira sea poco justificada objetivamente.

¿Cómo controlar la ira?

 Aprender a controlar la ira pasa por aprender a racionalizar algunas emociones e impulsos irracionales y relativizar las reacciones que nos produzcan algunos eventos de la vida.
Por tanto, uno de los factores claves es el autocontrol, pero también podemos tener en cuenta los siguientes consejos

1. Evitar la mentalidad de ganador/perdedor
En muchas ocasiones, nos enfadamos como reacción a la frustración de no haber logrado algunos objetivos que nos planteábamos, o cuando algo no ha salido tal como esperábamos.Debemos evitar plantear las relaciones interpersonales como un juego en que se gana o se pierde.

2. Reflexionar sobre las causas y las consecuencias de nuestra irascibilidad
Pensar en ello y analizar si nuestra reacción emocional es realmente justificada nos puede ayudar.

3. Descansar lo suficiente
Cuando estamos agotados física o mentalmente, nuestras reacciones de ira y los impulsos agresivos son más frecuentes y tenemos menos herramientas para gestionarlos.

4. Relajación, meditación, autocontrol...
La relajación es la mejor manera de prevenir los ataques de ira. Existen distintas formas de relajarse: practicar deporte, el yoga, la meditación, el Mindfulness, tomar un baño de agua caliente, o cualquier método que pase por distraer la mente y llevarnos a un estado de positividad.

5. Terapia
La ayuda de un profesional puede ayudar decisivamente a gestionar este tipo de reacciones emocionales.



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